Tuesday 4 October 2016

Abrigo de Pelo.

Abrigo de pelo. 


Inmediatamente subo al Metro en Russell Square lo veo, me gusta, lleva esa mirada de saberlo todo, podría decir sabiduría pero no es fácil  juzgarlo, tomo asiento, en la ultima silla cerca a la puerta, del vagón, voy tranquila pensando en cómo escribir ese maldito poema que tengo en la mente y nada que sale. 
Miro fijamente al frente, sin ver, solo pensando, buscando en los recodos de mi mente, alguna palabra o imagen  que dispare mi imaginación. Siento, su mirada fija a mi izquierda, volteo y le alcanzo a ver mirándome pero en segundos voltea su cara incluso parece decirme ¿qué mira? 
El tren corre, next station is Green Park. Volvemos, el a lo suyo y yo a mi mente en blanco, lo  normal cuando subo al Metro en Londres, cada uno a lo suyo, algunos  leen  El Metro, periódico que se reparte gratis a diario, la mayoría de los pasajeros ve su teléfono, algunos llevan el Kindle y leen, muy  pocos llevan ya libros en papel. 
Otra vez me mira, lo miro y él como si nada, no fui yo -adivino en su mirada-, incluso parece enojado con mi intromisión. 

Mucha gente sube en Green Park, ya no hay mucho espacio, él queda apretado,  ahora su  nariz queda pegada al vidrio que separa la ultima silla del Metro con la puerta justo donde yo voy. Al sentirlo tan cerca, me atrevo y pongo mi mano en el vidrio sobre su  nariz, en un gesto de aceptación. Otra vez voltea y me ignora,  ya me rio de mi misma, y conmigo muchos de los pasajeros cercanos. Me fascina, es apuesto, aunque tiene una de esas expresiones herméticas que siempre me enamoran, es como un reto a mi pensamiento. 
El va con una mujer, ella lo abraza lo besa, lo consiente y ahí él se fija en mí, sosteniendo su mirada a la mía, como diciendo: ¿ves? yo tengo quien me quiera. Me alegro, se ven lindos los dos, lo quiero acariciar, no me dan celos, solo me parece pomposo,  siento ganas de tocarlo, el vidrio nos separa. Se cambia de posición me mira de reojo, lo examino, no ve a nadie más, no coquetea a nadie más, solo a mi, sus ojos cafe son ensoñadores, limpios, pocas veces puedo decir eso de un ser humano,  yo lo veo así, lo siento así. 
Ya vamos llegando a Acton Town me alisto para bajarme, el tren sigue lleno, la oscuridad y el frío de la noche no me gustan;  normal para los primeros días del otoño, me arrepiento de no haber traído un abrigo, o una bufanda. Me levanto de la silla lo miro, le envidio su abrigo de piel, amarillo y blanco, me emocionan sus pestañas semi blancas se ve precioso. Cuando estoy de pie, el también lo hace, erguido, serio, me mira como diciendo: ¿te vas? entonces me agacho y lo consiento le hago un masaje: ¡Sé como hacerlo! el pone cara de entera satisfacción, yo le hablo y me despido. El tren avanza, afuera llueve, los pasajeros a mi lado no dejan de mirarnos, siento tristeza de irme, de no saber nada mas de él, estamos por llegar, el se acerca más a mi yo lo sigo acariciando, pega su cara a mi, Increíble, su cara de placer y emoción  como si experimentara un orgasmo en el purgatorio. 

El tren se detiene,  aquí me quedo, antes de irme  le digo:  ¡you are the most beautiful dog I have ever seen!. 

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